Darwinismo social : Spencer





"La imagen de Spencer como un Victoriano farisaico que daba por sentada la benevolencia del reparto colonial europeo, aunque generalmente aceptada no da la medida de su verdadera talla. Con lo que verdaderamente simpatizaba era con las sociedades industriales pacíficas; a pesar de su oposición a la beneficencia gubernamental, se consideraba a sí mismo como un verdadero amigo de los pobres
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No hay duda de que parte de la responsabilidad en la propagación de estos estereotipos sobre las poblaciones preindustriales recae sobre Spen-cer. Pero de aquí no hay que concluir que él fuera incapaz de percibir los motivos ocultos del uso del racismo evolucionista por personas directamente envueltas en el imperialismo de finales del siglo xiX. Por lo que a él hacía, pensaba que con el progreso de las sociedades de tipo industrial había de aparecer una nueva clase de naturaleza humana adaptada a ía competencia industrial más que a la competencia militar. La persistencia de las socie*dades militares era la verdadera responsable de la corrupción del contacto europeo con las razas inferiores y la que había llevado a la explotación de pueblos indefensos en el nombre de una falsa civilización. La imagen de Spencer como un Victoriano farisaico que daba por sentada la benevolencia del reparto colonial europeo, aunque generalmente aceptada no da la medida de su verdadera talla. Con lo que verdaderamente simpatizaba era con las sociedades industriales pacíficas; a pesar de su oposición a la beneficencia gubernamental, se consideraba a sí mismo como un verdadero amigo de los pobres; aborrecía las guerras y la preparación para ellas en las naciones europeas, y le repugnaba la crueldad y la hipocresía de que daban muestras los europeos en su sangrienta búsqueda de mano de obra y materias primas baratas. Vale la pena citar, pese a su extensión, este comentario suyo a unos incidentes en la rebatiña africana de finales del siglo XIX para que se vea claro que no es justo despachar sumariamente a Spencer como un simple propagandista del imperialismo capitalista:


"Mientras estas líneas estaban en la imprenta, se ha vuelto a demostrar una vez más de qué puede ser capaz el hombre social, incluso el de una raza adelantada. Para justificar la destrucción de dos ciudades africanas de Batanga se nos informa de que su rey deseaba que se estableciera una factoría comercial, y la promesa de que se establecería una subfactoría le decepcionó. Por eso subió a bordo de una goleta inglesa y se llevó al piloto, Mr. Grovier, negándose a liberarlo cuando se le pidió que lo hi*ciera y amenazando con acortarle la cabeza a este hombre»; extraño modo, si fuera cierto, de conseguir el establecimiento de una factoría comercial. Mr. Grovier se es*capó algo después sin haber sido maltratado durante su detención. El comodoro Richard ancló con el «Boadicea» y con dos cañones en la costa ante Kribby's Town, residencia del «rey Jack», y ordenó al rey que acudiera a bordo y se explicara, garantizando su seguridad y amenazándole con graves consecuencias en caso de que se negara. Pero el rey no se fió de sus promesas y no fue. Sin preguntar a los nativos si tenían alguna razón para haber capturado a Mr. Grovier, distinta de la muy inverosímil que les atri*buían nuestros hombres, el comodoro Richard les dio unas horas de plazo y luego procedió a despejar la playa a cañonazos, quemó la ciudad, de trescientas casas, arra*só los cultivos de los indígenas y destruyó sus canoas. Por fin, no contentándose con haber quemado la ciudad del «rey Jack», fue más al sur y quemó la ciudad del «rey Long-Long», Todos estos hechos los publica el Times del 10 de septiembre de 1880, En un artículo sobre ellos, este órgano de la respetabilidad británica lamenta el que «a la mentalidad infantil de los salvajes el castigo ha debido parecerle totalmente despro*porcionado a la ofensa», implicando con ello que a la mentalidad adulta de los civili*zados no puede parecerle desproporcionado. Más todavía: este influyente diario de la clase gobernante, que sostiene que si no existieran los dogmas teológicos establecidos no habría distinción entre lo verdadero y lo falso ni entre lo bueno y lo malo, comenta que «de no ser por la triste sombra que sobre él arroja la pérdida de las vidas [de dos de nuestros hombres, evidentemente] todo el episodio resultaría más bien humorís*tico». Y qué duda cabe de que después de que la «mente infantil del salvaje» ha acep*tado la «buena nueva» que le enseñan los misioneros de «la religión del amor», hay mucho humor, aunque sea quizá del más negro, al mostrarle la práctica de esa reli*gión quemándole la casa. Usar el lenguaje de las explosiones del cañón para hacer co*mentarios sobre la virtud cristiana, y todo ello apropiadamente acompañado por una sonrisa mefistofélica, Posiblemente, lo que al rey le impulsó a negarse a subir a bordo de un barco inglés fue la creencia general de su pueblo de que el diablo es blanco" [Spencer. 1896, n, pp. 239-40],
Harris, Marvin - El desarrollo de la teoria antropologica - pàg 118

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